Un día, un escorpión miró la montaña donde vivía y decidió que quería cambiar de aires.
Entonces comenzó un largo viaje.
Subió montañas, bajó colinas, cruzó bosques, valles, trepó rocas y vides, hasta que llegó a un río.
Era un río ancho y caudaloso.
El escorpión se detuvo para estudiar la situación y ver cómo cruzarlo.
Corrió río abajo y desde allí, miró río arriba.
Pensó que había llegado al final de su viaje y tendría que regresar.
De repente, al otro lado del río, vio una rana sentada junto a la orilla.
Se iluminó, tuvo una brillante idea.
Se le ocurrió pedirle ayuda para cruzar al otro lado.
Así que desde la otra orilla le gritó:
Señora Rana, señora Rana, ¿me entiende, habla mi lengua, habla usted escorpionés?
La Rana le contestó:
Si, entiendo, lo estudié de pequeña, mi padre se empeñó en que estudiara ese idioma.
Que bien dijo el escorpión y continuó:
-Perdone que interrumpa su plácido descanso, ¿sería usted tan amable de ayudarme a cruzar el río?
Yo podría subirme en su espalda y usted llevarme a la otra orilla.
La rana, que no daba crédito a lo que esta oyendo, le respondió:
– Y cómo se yo que si te subes en mi espalda para cruzar no me picarás y me matarás?
El escorpión, respiró profundamente, con voz gutural y grave le respondió:
– Porque si te pico, tú morirías y yo me ahogaría, pues no soy Esther Williams, el agua y yo mal, no se nadar.
A la rana le pareció muy convincente ese argumento, pero le asaltaron otras dudas y le volvió a preguntar:
– ¿Y en la orilla, cuando me acerque a ti, ahí me puedes picar y no te ahogarías?
Razón sin dudar tienes rana sabia (que diría el Maestro Yoda), pero si te pico no podré llegar a la otra orilla.
– ¿Y en la otra orilla, cuando lleguemos, como sé que no me picarás? volvió a decir la rana.
El escorpión replicó:
– Mi gratitud hacia ti sería máxima, ¿cómo te voy a recompensar con la muerte?.
No soy un desagradecido. Además mi madre me enseñó, que «de bien nacido es ser agradecido» 🙂
La rana tras un largo rato de silencio aceptó.
Nadó hasta la otra orilla y se colocó de forma que al escorpión le resultase cómodo subir encima de ella.
Este, se arrastro sobre su espalda y una vez bien colocado, la rana se deslizó en el río.
El agua se arremolinaba a su alrededor pero la rana nadaba muy cerca de la superficie para que el escorpión no se ahogara y fuera lo más cómodamente posible.
Sus ancas traseras nadaban con fuerza contra la corriente.
En mitad del río, pasó lo que tenia que pasar:
La rana sintió un agudo aguijón que penetraba su espalda y al poco tiempo, cómo sus extremidades se adormecían.
!!! Tonto ¡¡¡, ¿por qué lo has hecho? gritó la rana ahora moriremos los dos.
El escorpión se encogió de hombros y le dijo a la rana mientras se hundían ambos en las caudalosas aguas del río: – No pude evitarlo, es mi naturaleza.
La Rana y el Escorpión reflexión
La moraleja de la historia es: «No puedes cambiar tu naturaleza de los demás».
La fábula también señala que el escorpión es predecible.
Si puedes recordar que solo un escorpión, puedes predecir cuándo vendrá la próxima picadura y salir del camino.
Resumen corto
Un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar un río.
Tras un buen rato de negociaciones, la rana accede.
Estando en mitad del rio, el escorpión subido en la espalda de la rana, le pica.
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Video
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Me encantan las fábulas con moraleja.
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