Los Cátaros también llamados Albigenses (por la ciudad de Albi, donde vivían gran cantidad de ellos) u Hombres Buenos como se llamaban a sí mismos, eran los miembros de una doctrina religiosa gnóstico dualista que se desarrolló en Europa en el siglo XI.
Fue considerada la secta cristiana más radical y revolucionaria de la historia.
No se conocen bien sus orígenes. Sus creencias eran puramente gnósticas y neoplatónicas.
¿Quienes fueron los Cátaros?
Creían en la existencia de dos divinidades supremas independientes, el Dios bondadoso que era el padre de todo lo bueno, permanente e inmutable y su adversario maligno que había creado todo lo malo, temporal y perecedero.
La salvación se conseguía a través del conocimiento, en vez de la fe en Dios.
Negaban la Santísima Trinidad rechazaban el concepto del Espíritu Santo y afirmaban que Jesús no era el hijo encarnado de Dios sino una aparición espiritual, no física, que mostraba a la humanidad el camino a la perfección.
También negaban el bautismo por la implicación del agua como un elemento material y por lo tanto impuro y por ser una institución de Juan el Bautista y no de Cristo.
No veneraban la cruz pues no le encontraban sentido honrar un instrumento de tortura.
Mujeres y hombres eran considerados como iguales ante Dios.
Creían en la reencarnación, por lo que no comían carne ni usaban productos animales.
Aceptaban la mayoría de los evangelios cristianos salvo algunas partes. Su Biblia era El libro de los dos principios que trataba entre otros aspectos de la fe de la naturaleza dualista, de la vida y de cómo los humanos que una vez fueron espíritus divinos de luz, quedaron aprisionados en la mortal y corruptible carne.
Vivían en la pobreza, no mentían, no mataban, no juraban. Eran pacifistas en todos los sentidos. Respetaban la naturaleza y a todos los seres vivos.
Los cátaros mantuvieron una jerarquía eclesiástica y realizaban una gran variedad de ceremonias, pero rechazaban cualquier idea de sacerdocio o el uso de edificios eclesiásticos, celebrando sus ceremonias en grutas y espacios abiertos. No creían en las posesiones materiales.
Creían que el infierno del más allá, era un invento de la Iglesia para coaccionar a las personas y someterlas a su voluntad.
Postulaban que el sexo no procreador era mejor que el sexo procreador ya que según sus creencias se negaban a traer un alma a una prisión material supuestamente creada por un Dios malvado.
Eran muy tolerantes, no se oponían a la anticoncepción, a la eutanasia o al suicidio. No tenían conflictos religiosos con judíos, ni con católicos, ni con islámicos, ni otros credos.
Los Cátaros se llamaban simplemente cristianos y sus vecinos se referían a ellos como buenos cristianos.
Se dividían en dos grupos, los Creedentes que llevaban una vida común y ordinaria y Perfectos, un grupo interno formado por aquellos que habían renunciado al mundo y llevaban vidas sumamente ascéticas.
Durante todo el siglo XII la zona del Languedoc era conocida por su tolerancia y liberalismo, echando raíces y ganando más y más adeptos.
Herejía de los cátaros
Para convertirse en cátaro simplemente decía que era creyente y recibía él Consolamentum, que era una especie de bendición y bienvenida a la fe a través de una imposición de manos.
No solo se les unió la gente de a pie, también fueron apoyados por muchas familias nobles y tolerados por otras, siendo esta una molestia más para la Iglesia Católica.
A principios del siglo XIII el Catarismo era la religión mayoritaria de la zona.
Muchos católicos vieron el peligro que supondría una expansión de este culto por el resto de Francia pues podrían llegar a acabar con el catolicismo por completo.
Esto daría comienzo a un conflicto que tendría un fin trágico.
Origen de los cátaros
En diversos debates abiertos con los principales teólogos católicos, los cátaros salían siempre favorecidos. Esto resultó vergonzoso para la Iglesia Católica, sobre todo porque estaban los mejores predicadores de Europa contra lo que ellos veían como una banda de campesinos y artesanos sin educación, inclusive varios sacerdotes católicos se convirtieron al catarismo.
Criticaban fuertemente a la Iglesia por la hipocresía, la codicia y la lujuria de su clero y por la adquisición de tierras y riquezas.
La gota que colmó el vaso fue cuando se negaron a pagar los diezmos a la Iglesia Católica y eso ya era algo gravísimo.
¿Qué hizo el Papa Inocencio III?
El Papa Inocencio III, intentó al principio una conversión pacífica de los cátaros para lo que envió representantes a la región pero ocurrió algo que no esperaba, estos no sólo tenían que vérselas con los cátaros, los vecinos que los respetaban y los nobles que los protegían, sino también con muchos obispos de la región que se sentían desplazados por la autoridad superior a ellos que el Papa Inocencio III le había dado a sus enviados.
Un representante papal llamado Pierre de Castellnou, teólogo y abogado canónico perteneciente a la Orden del Císter, en 1.208 se presentó ante Raymundo VI Conde de Tolosa y Marqués de Provenza, gobernante de la zona.
El enviado del Papá llegaba con órdenes de excomulgar a los nobles que protegían a los cátaros, excomulgando a Raymundo VI por incitar a la herejía.
Cuando regresaba a Roma, Pierde Castellnou fue asesinado.
Se corrió la voz de que había sido asesinado por un cátaro. (No hay ni un indicio en el registro histórico de que el delegado papal fuera asesinado por un cátaro. Nunca nadie fue acusado ni juzgado por ese asesinato).
El resultado fue un punto de no retorno entre la relación de los cátaros y la iglesia católica llevando el conflicto a las armas.
El Rey de Francia lanzó una cruzada contra ellos, usándola como tapadera para quedarse con sus territorios.
El Papa Inocencio III nombró una serie de líderes militares para su Ejército Santo. El primero y más célebre de estos fue un abad cisterciense llamado Arnaldo Amalric, recordado por su infame frase, cuando un oficial le preguntó en Béziers, ¿cómo diferenciar a los cátaros de los católicos? y este respondió: – «Matarlos a todos, Dios reconocerá a los suyos«. Siguiento las ordenes, los cruzados asesinaron cerca de 20.000 personas el 22 de Julio de 1.209.
Esta guerra enfrentaría a los nobles del Languedoc contra los del resto de Francia.
El Rey Felipe II se mantuvo al margen del conflicto. Los Caballeros Templarios también brillaron por su ausencia en esta cruzada («No te apuntes a una guerra de conquista en Asia»).
El exterminio
A partir de 1.208, la Iglesia continuó con su guerra contra civiles y gobernantes del Languedoc, aproximadamente 500.000 hombres, mujeres y niños fueron masacrados, tanto Cátaros como Católicos.
Mientras tanto, la Religión Católica ganaba poder a través del asesinato, la codicia y la construcción de iglesias.
El 16 de marzo de 1.244 el Castillo de Montsegur, el lugar sagrado de los cátaros había caído y más de 200 albiguenses fueron arrojados a la hoguera en el llamado Camp dels Cremats (Campo de los Quemados), donde hay una estela que recuerda su sacrificio y reza: «A los cátaros, a los mártires del puro amor cristiano».
El Languedoc comenzó una decadencia económica y pasó de ser una de las regiones más ricas de Europa a convertirse en la zona más pobre de Francia.
El idioma de la zona, el occitano, pasó de ser la lengua literaria más importante de Europa a un dialecto regional, menospreciado por los franceses.
La Iglesia creó La Inquisición que se centró en perseguir a los cátaros supervivientes y actuando en la zona los siguientes 75 años hasta que el catarismo se dio por extinguido.
Según varios autores, algunos cátaros sobrevivieron a la purga y continuaron viviendo como antes en otros lugares de Europa e inclusive en Francia, sólo que con mayor cuidado y el más profundo de los secretos.